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viernes, 29 de marzo de 2024

9 formas de practicar yoga con mente de principiante

9 formas de practicar yoga con mente de principiante 


Cultivar la mente de un principiante en yoga puede ser un desafío, especialmente para aquellos que han estado practicando durante mucho tiempo. Podemos caer en el hábito de pensar que lo sabemos todo o que lo hemos visto todo antes. Hacer borrón y cuenta nueva y empezar de nuevo, ya sea un nuevo año o un nuevo capítulo en su vida, puede generar sentimientos de decepción o fracaso. Pero presionar el botón de reinicio también es una forma de practicar shoshin, el concepto budista zen de la mente del principiante: fresco, abierto y libre de hábitos.

El concepto de mente de principiante
El concepto de mente de principiante nos pide abordar cada postura, cada momento y cada experiencia en nuestra colchoneta con una mente abierta y curiosa, libre de nociones o expectativas preconcebidas. La idea es que cuando dejamos de lado el apego a lo que creemos saber; Creamos espacio para el crecimiento y el aprendizaje. Esta actitud mental de principiante consiste en cultivar una actitud de apertura, vulnerabilidad y humildad en nuestra práctica y en nuestro enfoque de la vida fuera del tapete. Para lograr esta mentalidad, debemos estar dispuestos a dejar de lado viejas ideas y juicios y ver las cosas con ojos nuevos. Al adoptar el concepto de mente de principiante, podemos encontrar alegría en el proceso de aprendizaje y descubrimiento, y abordar nuestra práctica con una sensación de asombro y aprecio.

Por qué la mente de principiante es esencial para la práctica del yoga
En la práctica del yoga, tener una mente de principiante es fundamental para progresar y experimentar crecimiento. Sin una mente de principiante, la práctica del yoga puede volverse monótona y pueden surgir obstáculos. Al mantener una mente de principiante, nos mantenemos receptivos a nuevas experiencias, técnicas y perspectivas, que pueden ayudarnos a romper barreras físicas y mentales y profundizar nuestra práctica de yoga. Nos permite abrazar la práctica con humildad y voluntad de aprender y mejorar. Cuando practicamos yoga con mente de principiante, abordamos cada movimiento con curiosidad, apertura y sin juzgar. Esto nos permite explorar la práctica más plenamente, con una sensación de asombro y asombro.

Nueve formas de cultivar la mente de un principiante
Hay muchas formas diferentes de cultivar la mente de un principiante, tanto dentro como fuera de la estera de yoga. Cultivar una mentalidad de apertura al aprendizaje y al crecimiento puede ser un desafío, pero es posible con algo de práctica, paciencia y experimentación. Aquí hay 9 formas en las que puedes cultivar la mente de un principiante en tu práctica de yoga:

1. Vuelve a la respiración
La respiración consciente es lo que eleva el yoga por encima del mero ejercicio. La respiración es el vínculo entre la mente y el cuerpo, lo consciente y lo inconsciente, lo personal y lo universal. La respiración yóguica profunda desencadena la respuesta de relajación, ayudando a prevenir lesiones, reducir el estrés y permitir la curación. Y si bien la mente en sí es algo resbaladizo, la respiración nos proporciona una herramienta para la autoobservación. Refinar continuamente la conciencia de la respiración te ayudará a superar los obstáculos y experimentar más epifanías (¡ajá! momentos).

2. Escucha tu cuerpo
Escuchar a tu cuerpo implica prestar atención a las sensaciones físicas que surgen durante tu práctica y usarlas como guía sobre cómo moverte, ajustarte y realizar las asanas. Al sintonizarte con tu cuerpo y simplemente notar lo que necesita, puedes comenzar a desarrollar un nivel más profundo de conciencia y conexión contigo mismo. Esto no sólo te ayuda a practicar yoga de una manera segura y sostenible, sino que también puede aportar más conocimiento y creatividad a tu práctica de asanas.

3. Moviéndose desde el centro
La forma más segura de practicar la mayoría de las asanas es iniciando, evaluando y ajustando desde la columna (el eje del cuerpo) hasta las extremidades. Cuando la columna está desalineada, una asana puede resultar incómoda o sin vida, o incluso provocar lesiones. Es esencial estirar y fortalecer los músculos que rodean la columna y modificar las posturas (doblando las rodillas en Uttanasana, por ejemplo) según sea necesario para mantener la columna larga y fuerte. Hacer esto no sólo protege tu espalda, sino que también libera el movimiento físico y el flujo energético.

4. No te saltes las posturas fáciles
Es importante no entrar en piloto automático al practicar posturas fáciles o de nivel principiante. Cuando mantienes tu atención y concentración en las posturas más fáciles, profundizarás tu conciencia, fuerza interior y atención plena. Explorar los pequeños detalles en las posiciones básicas cultiva una mayor conciencia y comprensión de su cuerpo, mente y corazón.

5. Recuerda los detalles
Nuestras innumerables partes y sistemas están conectados en niveles burdos (visibles) y sutiles (invisibles): músculos y huesos, fascias y fluidos, señales nerviosas y hormonas. Una vez que hayas establecido la respiración y alineado la columna, extiende ligeramente tu conciencia por todo el cuerpo. En una asana de pie, los pies influyen en toda la postura. Los isquiones y la pelvis son la base de las posturas sentadas. Los hombros son clave para aliviar la tensión del cuello, liberar la respiración y energizar el centro del corazón. Los dedos de los pies, la mandíbula, la lengua, el cuero cabelludo y la piel alrededor de los ojos son sólo algunos de los lugares donde pueden esconderse la dureza o el estrés. Ampliar tu conciencia revelará focos de “amnesia” y revitalizará cada asana, como alumbrar con una linterna los rincones más oscuros de tu ser.

6. Deja ir los juicios, las expectativas y el ego.
Estos tres estados mentales pueden crear obstáculos que nos impidan experimentar la verdadera esencia del yoga. Al dejar de juzgar, evitamos compararnos con los demás y nos permitimos aceptar y apreciar nuestras habilidades actuales. Dejar de lado las expectativas significa liberarse de cualquier noción preconcebida sobre cómo debe ser una clase o cómo debemos sentirnos después de practicar. En cambio, abordamos cada práctica con la mente abierta y abrazamos el viaje con curiosidad. Finalmente, al dejar de lado el ego, eliminamos la necesidad de demostrar nuestra valía o de complacer a los demás. Cuando nos sumergimos completamente en la práctica sin motivos egocéntricos, experimentamos una nueva sensación de libertad y plenitud.

7. Liberar el apego a los resultados
A menudo, llegamos a nuestra práctica con ideas preconcebidas u objetivos específicos en mente: lograr una determinada postura o nivel de flexibilidad, por ejemplo. Sin embargo, este apego a los resultados puede restar valor al verdadero propósito de nuestra práctica, que es cultivar la conciencia y la presencia en el momento. Al liberar el apego a resultados específicos, nos permitimos centrarnos únicamente en el proceso de nuestra práctica y las sensaciones que experimentamos en nuestro cuerpo. Este cambio de perspectiva puede traer una sensación de libertad y alegría a nuestra práctica, ya que ya no nos sentimos agobiados por la presión de lograr ciertos objetivos. En cambio, podemos abordar cada sesión de práctica con curiosidad y apertura, permitiéndonos estar plenamente presentes en el momento.

8. Mantente curioso y abierto a nuevas posibilidades
La práctica del yoga es tanto un ejercicio mental como físico. Para cultivar la mente de un principiante en yoga, es esencial que mantengas la curiosidad y estés abierto a nuevas posibilidades. Es fácil volverse complaciente en su práctica, haciendo las mismas rutinas día tras día. Sin embargo, al abordar tu práctica con una mente abierta, te permites explorar nuevas posturas, técnicas y variaciones que pueden mejorar tu práctica general. Esto puede significar probar una nueva clase de yoga, experimentar con un estilo diferente de yoga o incluso simplemente abordar posturas familiares con una nueva perspectiva.

9. Sea vulnerable y confíe en el proceso
Puede requerirse gran fuerza y coraje para permitirse ser vulnerable y confiar en el proceso. Tome nota de dónde está luchando y busque la orientación de un profesor de yoga calificado o un practicante experimentado. No tengas miedo de pedir ayuda o adaptar tu enfoque a una postura. Recuerde, no se trata de alcanzar la perfección sino de dar pasos hacia el progreso y el crecimiento. Reflexiona sobre las lecciones que has aprendido de tus errores y úsalas como motivación para continuar desarrollando tu práctica.

Conclusión
Estas nueve acciones son tan básicas que podríamos ser reacios (¡o incluso olvidar!) a revisarlas una y otra vez. Pero a veces, en nuestro entusiasmo por progresar hacia prácticas más nuevas o más complicadas, nos adelantamos tanto que perdemos todo el espectro de posibilidades. Quizás el impulso de Año Nuevo esté flaqueando o su práctica esté empezando a sentirse estancada. Tal vez te estés recuperando de una lesión o extendiendo tu colchoneta después de un largo descanso. No importa lo que te lleve de regreso al principio, puedes elegir dar un paso adelante con una mente de principiante, completamente presente y abierto a las posibilidades.

Traducción libre de un articulo publicado por  Katheen Bryant































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