Aparigraha- no apegos, en el mat

 Aparigraha- no apegos en el mat

Todos podemos entrar en nuestra clase de Yoga con ganas de practicar, establecer nuestra intención y listo para movernos y respirar nuestro camino hacia una mente más pacífica. A menudo a mitad de camino, sin embargo, algo sucede: perdemos de vista la verdadera razón por la que vinimos, y nuestra práctica ya no se trata de conectarnos con nosotros mismos y estar presentes, sino de ser mejores que la persona en la alfombra a nuestro lado, o empujarnos a esa asana súper impresionante  ¿Te suena familiar? Aquí es donde entran en juego los aspectos de "no avaricia" y "no apego". 

Si haz desarrollado una práctica en el hogar, entonces ya experimentarás los beneficios de subirse a la alfombra con más frecuencia. Cuanto más practicamos, por supuesto, más fuertes y flexibles nos volvemos físicamente, pero nuestras mentes tardan un poco más en ponerse al día. Si bien nuestros cuerpos están más que contentos con esta dosis diaria de práctica de asana, la mente con demasiada frecuencia se distrae con pensamientos sobre cómo podríamos ser mejores, más fuertes o cómo podríamos entrar en ese equilibrio de brazos más rápido. Nunca parecemos estar satisfechos con lo que es en ese momento, la mente se vuelve codiciosa, y queremos más. Vivimos en una 'sociedad McDonalds', queremos todo, lo queremos ahora, y lo queremos de gran tamaño.

Practicar por amor a la práctica

El progreso en nuestra práctica es alentador, pero no tiene por qué ser la única recompensa. La pura alegría de la práctica es la mayor recompensa en sí misma, dándose cuenta de lo liberador que es no tener un objetivo específico que debemos lograr, sino simplemente mover nuestros cuerpos de una manera que se sienta bien. Si practicamos por amor a practicar, sin forzarnos o empujarnos más allá de nuestro borde, el cuerpo se desplegará naturalmente y esas asanas más desafiantes serán accesibles en muy poco tiempo.