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sábado, 9 de julio de 2022

Abrirte a la vida

Meditación guiada

Abrirte a la vida



Cómo volverse abierto a la vida

"Mantén tus manos abiertas, y toda la arena del desierto podrá pasar a través de ellas. Ciérrelos, y todo lo que puede sentir es un poco de arena". 
 ~ Taisen Deshimaru

En muchos sentidos, nos cerramos a la vida en toda su plenitud. Nos cerramos a los demás, como una forma de autodefensa.

Nos pasa a todos. Cuando te dejaste abierto en la primera parte de tu vida, es probable que te lastimes de vez en cuando. Ese dolor nos enseñó a cerrarnos de diferentes maneras: no dejar entrar a los demás, usar el humor para mantener cierta distancia, lastimar a los demás antes de que te lastimen a ti, alejarte de todo lo nuevo, etc.

Nos cerramos y extrañamos el mundo. Perdemos la vida cuando hacemos eso.

Así que hay que aprender a ser más abierto. Es un proceso lento, pero en muchos pequeños aspectos aprendemos mucho.

¿Qué significa estar abierto? Significa que aceptamos más de la vida sin juzgar, y somos más felices sin importar lo que venga. Significa que juzgamos menos a los demás, criticamos menos, aceptamos más a los demás y aprendemos más sobre su maravillosa particularidad.

Significa más que nunca que estamos experimentando plenamente la vida.
Cómo abrirse a la vida y a los demás, con la esperanza de que lo encuentren útil.

1. Juzgue menos, acepte más. Parece natural juzgar a los demás, pero al hacerlo nos cerramos a la verdad sobre estas personas. Lo mismo ocurre cuando juzgamos todas las cosas que nos rodean: nos cerramos a descubrir más. Si el juicio es automático, deberíamos salir del piloto automático y ser más conscientes. Cuando nos percatemos de que estamos juzgando, en cambio, hagamos una pausa, busquemos comprender y luego aceptar. Y luego amar, y aliviar el sufrimiento. Deberíamos dejar de lado nuestras expectativas de todos los que nos rodean y del mundo que nos rodea, y aceptar a las personas como son y verlas como realmente son. ¿Aceptar significa que nunca cambiamos las cosas? No, significa que no nos enojamos, irritamos, frustramos cuando las cosas no son como nos gustaría que fueran, sino que buscamos aliviar el sufrimiento.

2. Deja ir las metas .Experimentar con no tener metas, pero no todos entienden por qué. Una de las razones más importantes es que cuando establecemos una meta, limitamos el rango de posibilidades, porque estamos estableciendo un destino fijo (la meta). Por ejemplo, si dices: “Quiero correr un maratón en seis meses”, centrarás tus acciones en lo que se necesita para llegar a ese destino (entrenamiento para el maratón). Pero, ¿qué pasa si alguien te pide que vayas a surfear cuando se supone que debes hacer un entrenamiento de maratón? O se abre una nueva carrera que no sabías que estaría allí cuando estableciste tu objetivo de maratón, ¿y es aún mejor? Si permaneces obsesionado con tu objetivo, entonces te cerrarás al surf o a la nueva carrera. Este es solo un ejemplo: se vuelve mucho más sutil (y menos claro) cuando las metas son metas de trabajo, porque las posibilidades son mucho más amplias y variadas. No digo que nunca debas establecer metas (aunque esa es una posibilidad), pero debes desarrollar la flexibilidad para dejarlas ir dependiendo de las circunstancias cambiantes de cada día, de cada momento.

3. Reconocer los mecanismos de defensa. Los mecanismos de defensa que desarrollamos a lo largo de los años en respuesta a experiencias dolorosas son muchos y variados. Más importante aún, no nos damos cuenta de que están allí la mayor parte del tiempo, por lo que son automáticos y, por lo tanto, poderosos y difíciles de vencer. Así que aprende a reconocerlos. Cuando se dé cuenta de que no está haciendo ciertas cosas, pregúntese por qué. Tal vez sea porque has tenido una mala experiencia en el pasado. Cuando te encuentres lastimando a la gente, pregunta por qué. Cuando te encuentres excluyendo a personas o experiencias, pregúntate por qué.

4. Sé como el cielo. Suzuki Roshi tenía una gran metáfora… el cielo tiene sustancia (gases, polvo, agua), pero está abierto a aceptarlo todo. Este “cielo vacío” permite que otras cosas, como plantas, crezcan en él. Nuestra mente debería ser como el cielo: aceptar las cosas como son, sin discriminar. Al decir “esto es hermoso, esto no es hermoso”, rechazamos algunas cosas. En cambio, podemos estar vacíos. Podemos tratar todo como si fuera parte de nuestra gran familia. Podemos tratar cualquier cosa como si fueran nuestras manos y pies.

5. Cuida tus miedos. Los miedos son la base de nuestros mecanismos de defensa automáticos y, de manera similar, tienen poder cuando no sabemos que están funcionando, cuando acechan en el fondo de nuestras mentes en la oscuridad. Los miedos nos cierran a los demás, al mundo, a las experiencias. Vigila tus miedos, aprendiendo a estar en silencio, escuchándote a ti mismo hablar en ese silencio. Presta atención a los miedos, enciéndelos y comenzarán a perder su poder. Entonces serás libre para estar abierto a cosas nuevas, a cualquier cosa.

6. Suelta el control. Luchamos constantemente por el control: de los demás, de nosotros mismos, del mundo que nos rodea. Metas, planificación, medición de nuestro trabajo, expectativas y más: tratamos de controlar las cosas de muchas maneras. Por supuesto, sabemos que el control es una ilusión. También es una forma de excluir a la mayor parte del mundo: si podemos controlar el mundo y el futuro, estamos arreglando el curso de los acontecimientos... y excluyendo otros posibles cursos. ¿Qué pasa si soltamos ese control? Las posibilidades se abren.

7. Manos abiertas. Camine por el mundo con las manos abiertas. Es una práctica sencilla. Tus manos están abiertas y están vacías, listas para recibir el mundo y todo lo que viene, tal como es.

"Caminando por el filo de una espada,
Corriendo a lo largo de una cresta de hielo,
Sin escalones, sin escaleras,
Saltar desde el acantilado con las manos abiertas".
~ Verso zen

Aquí les dejo el enlace para realizar esta meditación👇
https://drive.google.com/file/d/1x4-7OoW7XGSF7LVukTNAevQgqmBlM_4D/view?usp=sharing















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