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jueves, 17 de octubre de 2024

¿Rápido o lento? Cómo encontrar tu ritmo de yoga

 ¿Rápido o lento? Cómo encontrar tu ritmo de yoga



Hay muchos factores que se deben tener en cuenta al buscar una práctica de yoga que funcione para usted. Al comparar las prácticas de yoga más rápidas (como Vinyasa, Ashtanga o Poder) y más lentas (como Yin, Restaurativa o Suave), aquí hay algunas ideas generales que debe tener en cuenta.

Yoga rápido vs. yoga lento
Las clases dinámicas de ritmo rápido no solo son una salida para la energía acumulada y estancada, sino también una excelente forma de ejercicio que desarrolla la fuerza muscular a través de la repetición del movimiento. Una secuencia rápida de posturas de yoga nos da menos tiempo para pensar, lo que hace que sea más fácil calmar la mente. Si tiene tendencia a apresurarse en las actividades, mantener transiciones suaves y constantes y conciencia de la respiración en clases más rápidas puede ser una práctica útil en el movimiento intencional.

Las clases de yoga más lentas a menudo se centran en la alineación adecuada y el reposo mental. Dedicar más tiempo a una asana (ya sea varias respiraciones o varios minutos) disminuye naturalmente el estrés y fomenta la relajación. Cuanto más tiempo mantenga una postura, más tiempo tendrán sus músculos y tejidos conectivos para relajarse y alargarse. Esto mejora la flexibilidad, favorece el desarrollo muscular y ayuda a abrir áreas alrededor de las articulaciones a las que es difícil acceder (es decir, las caderas y la espalda baja). Además, dado que es más fácil dejar que la mente divague durante los períodos de quietud física, las clases de yoga lento brindan una oportunidad para practicar la concentración profunda mientras se concentra en las inhalaciones y exhalaciones.

Honrar a tu cuerpo
Es importante tener en cuenta las capacidades y limitaciones físicas al decidir qué tipo de práctica elegir. Las clases rápidas o de ritmo fluido no se recomiendan para personas con lesiones o dolor constante. Aunque no siempre es indicativo de la condición física, la edad puede ser otro factor que afecte a tu preferencia de ritmo.

Según el Ayurveda, podemos utilizar el yoga como una herramienta para ayudar a compensar cualquier desequilibrio en nuestras vidas, no solo las limitaciones físicas obvias. Por ejemplo, si generalmente te mueves lentamente o te sientes aletargado, una clase de yoga ligera y de ritmo rápido puede ayudarte a generar energía. Por otro lado, si a menudo te esfuerzas demasiado o participas en actividades extenuantes de forma regular, es posible que quieras concentrarte en asanas más lentas y que te ayuden a mantenerte en equilibrio. De manera similar, una práctica de yoga puede ayudarte a adaptarte a las condiciones estacionales o a un momento del día. Una serie vigorizante de saludos al sol calentará tu cuerpo en una mañana fría, al igual que una sesión más lenta y reparadora te ayudará a relajarte antes de acostarte.

Encontrar el equilibrio
Así como es importante llevar una dieta equilibrada, una rutina de yoga variada puede ayudarte a mantener la flexibilidad y la fuerza en todos los aspectos de la vida. A través de los conceptos de yin y yang, es fácil ver cómo las secuencias más rápidas y más lentas pueden servir como fuerzas que proporcionan nutrición de maneras opuestas, pero igualmente importantes. A través de asanas más lentas basadas en la alineación, preparamos nuestros cuerpos para prácticas que implican más resistencia física. Las prácticas más rápidas, a su vez, fomentan la fuerza y ​​la determinación para ayudarnos a atravesar esos momentos más largos, más profundos e introspectivos.

Independientemente de la velocidad de tu práctica, el yoga consiste en tomarte el tiempo adecuado para ponerte en contacto contigo mismo con el fin de hacer lo que sea mejor para tu cuerpo, mente y espíritu en un momento determinado.

¿Sueles ceñirte a un tipo específico de yoga “rápido” o “lento”, o tu práctica es algo que se adapta y fluye? Si se aplica lo primero, te invito a romper con tus hábitos y explorar lo desconocido.

Recuerda: aunque tendemos a gravitar hacia rutinas que nos brindan comodidad, aquellas que crean un desafío personal suelen ser las más beneficiosas.

















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