9 maneras de practicar yoga con mentalidad de principiante
Cultivar una mente de principiante en yoga puede ser un desafío, especialmente para aquellos que han estado practicando durante mucho tiempo. Podemos caer en el hábito de pensar que lo sabemos todo o que ya lo hemos visto todo antes. Borrar la pizarra y comenzar de nuevo, ya sea un nuevo año o un nuevo capítulo en tu vida, puede generar sentimientos de decepción o fracaso. Pero presionar el botón de reinicio también es una forma de practicar shoshin, el concepto budista zen de la mente de principiante: fresca, abierta y libre de hábitos.
El concepto de la mente de principiante
El concepto de la mente de principiante nos pide que abordemos cada postura, cada momento y cada experiencia en nuestro mat con una mente abierta y curiosa, libre de nociones o expectativas preconcebidas. La idea es que cuando dejamos de apegarnos a lo que creemos que sabemos, creamos espacio para el crecimiento y el aprendizaje. Esta actitud de la mente de principiante trata de cultivar una actitud de apertura, vulnerabilidad y humildad en nuestra práctica y en nuestro enfoque de la vida fuera del mat. Para lograr esta mentalidad, debemos estar dispuestos a dejar de lado las viejas ideas y juicios, y ver las cosas con nuevos ojos. Al adoptar el concepto de la mente de principiante, podemos encontrar alegría en el proceso de aprendizaje y descubrimiento, y abordar nuestra práctica con un sentido de asombro y apreciación.
Por qué la mentalidad de principiante es esencial para la práctica del yoga
En la práctica del yoga, tener una mentalidad de principiante es esencial para progresar y experimentar el crecimiento. Sin una mentalidad de principiante, la práctica del yoga puede volverse monótona y pueden surgir obstáculos. Al mantener una mentalidad de principiante, nos mantenemos receptivos a nuevas experiencias, técnicas y perspectivas, lo que puede ayudarnos a superar las barreras mentales y físicas y profundizar en nuestra práctica del yoga. Nos permite abrazar la práctica con humildad y la voluntad de aprender y mejorar. Cuando practicamos yoga con una mentalidad de principiante, abordamos cada movimiento con curiosidad, apertura y sin juzgar. Esto nos permite explorar la práctica más plenamente, con una sensación de asombro y admiración.
Nueve formas de cultivar una mente de principiante
Existen muchas formas diferentes de cultivar una mente de principiante, tanto dentro como fuera del mat de yoga. Cultivar una mentalidad abierta al aprendizaje y al crecimiento puede ser un desafío, pero es posible con algo de práctica, paciencia y experimentación. Aquí hay 9 formas de cultivar una mente de principiante en tu práctica de yoga:
1. Vuelve a la respiración
La respiración consciente es lo que eleva el yoga por encima del mero ejercicio. La respiración es el vínculo entre la mente y el cuerpo, lo consciente y lo inconsciente, lo personal y lo universal. La respiración yóguica profunda desencadena la respuesta de relajación, lo que ayuda a prevenir lesiones, reducir el estrés y permitir la curación. Y aunque la mente en sí es algo resbaladizo, la respiración nos da una herramienta para la autoobservación. Refinar continuamente la conciencia de la respiración te ayudará a superar los obstáculos y experimentar más epifanías (momentos de revelación).
2. Escucha a tu cuerpo
Escuchar a tu cuerpo implica prestar atención a las sensaciones físicas que surgen durante tu práctica y usarlas como guía para saber cómo moverte, adaptarte y realizar las asanas. Al sintonizarte con tu cuerpo y simplemente notar lo que necesita, puedes comenzar a desarrollar un nivel más profundo de conciencia y conexión contigo mismo. Esto no solo te ayuda a practicar yoga de una manera segura y sostenible, sino que también puede aportar más conocimiento y creatividad a tu práctica de asanas.
3. Moviéndonos desde el centro
La forma más segura de practicar la mayoría de las asanas es iniciando, evaluando y ajustando desde la columna (el eje del cuerpo) hasta las extremidades. Cuando la columna está desalineada, una asana puede resultar incómoda o sin vida, o incluso provocar lesiones. Es esencial estirar y fortalecer los músculos que rodean la columna y modificar las posturas (flexionando las rodillas en Uttanasana, por ejemplo) según sea necesario para mantener la columna alargada y fuerte. Hacer esto no solo protege la espalda, sino que también libera el movimiento físico y el flujo energético.
4. No te saltes las posturas fáciles
Es importante no ponerte en piloto automático cuando practiques las posturas fáciles o de nivel principiante. Cuando mantienes tu enfoque y concentración en las posturas más fáciles, profundizarás tu conciencia, fuerza interior y atención plena. Explorar los pequeños detalles en las posiciones básicas cultiva una mayor conciencia y comprensión de tu cuerpo, mente y corazón.
5. Recuerda los detalles
Nuestras innumerables partes y sistemas están conectados en niveles brutos (visibles) y sutiles (invisibles): músculos y huesos, fascia y fluidos, señales nerviosas y hormonas. Después de haber establecido la respiración y alineado la columna, extiende ligeramente tu conciencia por todo el cuerpo. En una asana de pie, los pies influyen en toda la postura. Los huesos isquiones y la pelvis son la base de las posturas sentadas. Los hombros son clave para aliviar la tensión del cuello, liberar la respiración y energizar el centro del corazón. Los dedos de los pies, la mandíbula, la lengua, el cuero cabelludo y la piel alrededor de los ojos son solo algunos de los lugares donde la dureza o el estrés pueden esconderse. Expandir tu conciencia revelará zonas de “amnesia” y revitalizará cada asana, como si iluminaras con una linterna los rincones más oscuros de tu ser.
6. Deja ir los juicios, las expectativas y el ego
Estos tres estados mentales pueden crear obstáculos que nos impidan experimentar la verdadera esencia del yoga. Al dejar de lado los juicios, evitamos compararnos con los demás y nos permitimos aceptar y apreciar nuestras habilidades actuales. Dejar ir las expectativas significa liberarnos de cualquier noción preconcebida sobre cómo debería ser una clase o cómo deberíamos sentirnos después de practicar. En cambio, abordamos cada práctica con una mente abierta y abrazamos el viaje con curiosidad. Finalmente, al dejar ir el ego, eliminamos la necesidad de demostrar nuestro valor o complacer a los demás. Cuando nos sumergimos por completo en la práctica sin motivos egocéntricos, experimentamos una nueva sensación de libertad y plenitud.
7. Libérate del apego a los resultados
A menudo, acudimos a nuestra práctica con preconcepciones o metas específicas en mente (por ejemplo, lograr una determinada postura o un nivel de flexibilidad). Sin embargo, este apego a los resultados puede desviarnos del verdadero propósito de nuestra práctica, que es cultivar la conciencia y la presencia en el momento. Al liberarnos del apego a resultados específicos, nos permitimos centrarnos únicamente en el proceso de nuestra práctica y las sensaciones que experimentamos en nuestro cuerpo. Este cambio de perspectiva puede aportar una sensación de libertad y alegría a nuestra práctica, ya que ya no nos sentimos agobiados por la presión de lograr ciertos objetivos. En cambio, podemos abordar cada sesión de práctica con curiosidad y apertura, permitiéndonos estar completamente presentes en el momento.
8. Mantente curioso y abierto a nuevas posibilidades
La práctica del yoga es tanto un ejercicio mental como físico. Para cultivar una mente de principiante en el yoga, es esencial que te mantengas curioso y abierto a nuevas posibilidades. Es fácil volverse complaciente en tu práctica, haciendo las mismas rutinas día tras día. Sin embargo, si abordas tu práctica con una mente abierta, te permitirás explorar nuevas posturas, técnicas y variaciones que pueden mejorar tu práctica en general. Esto puede significar probar una nueva clase de yoga, experimentar con un estilo diferente de yoga o incluso simplemente abordar posturas familiares con una perspectiva nueva.
9. Sé vulnerable y confía en el proceso
Puede requerir mucha fuerza y coraje permitirte ser vulnerable y confiar en el proceso. Toma nota de dónde tienes dificultades y busca la orientación de un profesor de yoga calificado o un practicante experimentado. No tengas miedo de pedir ayuda o ajustar tu enfoque de una postura. Recuerda, no se trata de lograr la perfección, sino de dar pasos hacia el progreso y el crecimiento. Reflexiona sobre las lecciones que has aprendido de tus errores y úsalas como motivación para seguir desarrollando tu práctica.
Conclusión
Estas nueve acciones son tan básicas que quizás nos resistamos (o incluso nos olvidemos) de repasarlas una y otra vez. Pero a veces, en nuestro entusiasmo por avanzar hacia prácticas más nuevas o más complicadas, nos alejamos tanto de nosotros mismos que perdemos todo el espectro de posibilidades. Tal vez tu impulso de Año Nuevo esté flaqueando o tu práctica esté empezando a sentirse estancada. Tal vez te estés recuperando de una lesión o estés desenrollando tu mat después de un largo descanso. No importa lo que te lleve de regreso al principio, puedes elegir avanzar con la mente de un principiante, completamente presente y abierto a las posibilidades.
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