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martes, 13 de agosto de 2024

Tres técnicas fundamentales para dominar el ego y fomentar la atención plena

 Tres técnicas fundamentales para dominar el ego y fomentar la atención plena



Tu ego, como el viento, el agua y el fuego, es un buen sirviente pero un pésimo amo. Las fuerzas naturales como el viento, el agua y el fuego proporcionan herramientas esenciales cuando podemos aprovecharlas. Estas fuerzas generan calor, proporcionan energía, permiten viajes eficientes y más rápidos y promueven el avance tecnológico, como nuestros sirvientes. Como nuestros amos, provocan inundaciones desastrosas, tormentas devastadoras e incendios destructivos.

El ego desempeña un papel similar en nuestras vidas. Cuando lo aprovechamos, puede promover nuestra salud y seguridad, pero cuando nos domina, puede sumergirnos en muchas tormentas psíquicas innecesarias. Cuando lo aprovechamos a través de la atención plena y la conciencia, es nuestro sirviente. Pero cuando sucumbimos a la manipulación psicológica del ego, somos sacudidos por los vientos del miedo, la paranoia y la ira. Estas tormentas también pueden causar una profunda ansiedad personal y social, que a menudo nos deja sintiéndonos impotentes y deprimidos.

Estamos destinados a ser felices, y nuestro ego fue creado para ser una herramienta para promover una parte de esa felicidad, nuestra supervivencia. De hecho, nuestra felicidad no puede existir sin nuestra supervivencia, pero también es cierto que la supervivencia no equivale precisamente a la felicidad. Lamentablemente, muchas almas se encuentran en circunstancias en las que hay pocas amenazas físicas reales para su supervivencia, pero viven con un miedo constante. En ocasiones, cuando pregunto a las personas cómo están, responden: “sobreviviendo”. Esta respuesta siempre me entristece. También es una señal probable de que han hecho de su ego el ejecutor de su felicidad.

El ego y la atención plena

El problema del ego es que, por naturaleza, no está satisfecho con el papel que se le ha asignado. Intenta constantemente acceder a cuestiones psicológicas, además de controlar nuestra supervivencia física. Si le damos ese acceso, nuestro ego procede a elevar las cuestiones psicológicas a cuestiones de supervivencia eminente. Si se lo permitimos, consciente o inconscientemente, el resultado es la amplificación de nuestros miedos más allá de las proporciones realistas y daña la perspectiva adecuada. Desafortunadamente, la mayoría de las veces esto ocurre de manera inconsciente.

La atención plena, en esencia, implica identificar estos miedos y las tendencias egocéntricas y egoístas que los exageran, a medida que los llevamos a la atención de nuestra mente consciente. Luego podemos aprender a desarmarlos. Cuando aprendemos a hacer esto, con el tiempo podemos aprender a mantener un alto nivel de atención plena, la mayor parte del tiempo. Creo que este es el verdadero propósito de la meditación y la oración. En su forma más óptima, la oración y la meditación son tanto estados mentales como prácticas. Más que simples acciones, la meditación y la oración son actitudes de atención plena en las que vivimos.

Tres técnicas efectivas para reconocer el mal comportamiento psicológico. La primera es algo profunda y un poco desconcertante al principio, pero las otras dos son muy prácticas. La primera involucra nuestra conciencia general, pero la segunda y la tercera incluyen nuestros pensamientos y sentimientos. Sin embargo, estas tres técnicas desempeñan un papel esencial en la atención plena general.

Primera técnica

La primera técnica consiste en aprender quiénes somos y quiénes no somos. Para entender quiénes somos, a veces resulta útil determinar quiénes no somos. No somos nuestros sentimientos, pensamientos, nuestra autoimagen, nuestra carrera o incluso nuestros nombres. Tampoco somos nuestros hijos, padres, cónyuge, pareja o la falta de pareja. Todas estas son cosas externas a nosotros, y no es ahí donde se origina nuestra verdadera identidad. Somos lo que está dentro de nosotros. Somos los que somos conscientes de todas estas cosas.

Tu conciencia, que no se puede ver, tocar ni conocer, pero sin la cual nada más se puede ver, tocar ni percibir, es lo que te hace único y especial. La conciencia también puede denominarse nuestra conciencia, alma o espíritu.

Nuevamente, esto puede resultar confuso al principio porque estamos muy acostumbrados a centrar nuestra identidad en cosas externas a nosotros. Pero es una verdad muy profunda y simple que aporta gran sabiduría cuando se entiende claramente. A medida que aprendemos a dar un paso atrás y dejar de lado las cosas y las personas externas a nosotros, y a detenernos y darnos cuenta de que somos nosotros los que estamos conscientes de esas cosas, empezamos a centrarnos en lo que nos hace únicos. También empezamos a poner las cosas en la perspectiva adecuada.

Si lo que nos hace únicos es nuestra conciencia, el tiempo que pasamos preocupados por cuestiones externas a nosotros, como lo que otras personas piensan de nosotros, o lo bien que nos vemos, o lo inteligentes o exitosos que somos, pierde importancia. A medida que nos concentramos más en nuestra naturaleza intrínseca invisible, surge la tendencia a centrarnos en cuestiones más profundas.

En consecuencia, una parte central de la meditación es conectarnos con esta naturaleza intrínseca como el centro de nuestro ser. Esta conexión nos brinda una gran paz. También nos proporciona una perspectiva valiosa y sabia, a medida que empezamos a ver cada vez más nuestras reacciones a las cosas externas a nosotros como observadores y menos como participantes. Aprendemos a observarnos a nosotros mismos desde nuestro interior.

Segunda técnica

La segunda técnica consiste en aprender a reconocer la naturaleza precisa de nuestros miedos. Todos sabemos cuándo sentimos miedo. El truco de la atención plena y la madurez emocional es la capacidad de identificar la fuente de nuestra ansiedad. Distinguir entre la naturaleza de la amenaza nos ayuda a aislar y luego analizar nuestros miedos.

Debemos ser capaces de identificar si nuestro miedo se genera a partir de problemas psicológicos o de la ansiedad que plantea una situación desesperada inmediata. Debemos hacernos esta sencilla pregunta: ¿existe una amenaza directa a nuestro bienestar en este momento? La respuesta suele ser no. Si la respuesta es sí, normalmente sabemos instintivamente qué hacer para escapar de esas amenazas.

La mayoría de las veces, no hay un peligro apremiante. Las amenazas psicológicas son las que simplemente se ciernen vagamente sobre nosotros. La falta de inmediatez y especificidad les permite acecharnos sin que las detectemos.

Por último, si nuestros miedos son meramente psicológicos, aquí hay algunas formas excelentes de desarmarlos. Primero, dígaselo a otra persona. Tendemos a ser mejores en reconocer los miedos irracionales de los demás que en ver a través de nuestros propios miedos. Por el contrario, los demás suelen ser mejores en identificar nuestros miedos irracionales. Además, a veces el mismo proceso de compartir verbalmente una preocupación nos permite ver lo irracional de la misma.

Otra técnica es hacerse la pregunta, ¿Cuál sería realistamente el peor escenario si este miedo se hiciera realidad? Por lo general, no es tan malo como el ego lo hace parecer. Hacer esta pregunta también nos permite ver la improbabilidad de los escenarios que nuestro ego infla en nuestra mente. Por ejemplo, tal vez su hijo o hija elige no estudiar sus matemáticas adecuadamente y corre el riesgo de suspender un examen. La solución es encontrar una manera de alentarlos a estudiar de manera más efectiva o permitirles sufrir las consecuencias de suspender un examen.

Sin embargo, la tentación es inflar el problema de simplemente no estudiar de manera efectiva para un examen en particular, a un problema de ruina académica inminente y el fracaso final de nuestro hijo en la vida, es un escenario irracional. Este miedo al fracaso definitivo es el producto de un ego hiperactivo. Son temores irracionales que no se derivan directamente del problema real en cuestión. Todos nos hemos visto afectados por este tipo de preocupaciones exageradas. Pueden acosarnos y obstaculizar nuestra capacidad de abordar reflexivamente el problema real. El primer paso para desarmar estos temores es exponerlos.

Tercera técnica

Por último, las perturbaciones personales aportan otro regalo a nuestra atención plena. Esta afirmación puede parecer contra intuitiva. Es decir, ¿Cómo puede la atención plena surgir de nuestras perturbaciones? Uno de los ingredientes esenciales de la atención plena es la aceptación de las cosas que no podemos controlar. Cuando nos perturbamos, suele ser una señal de que estamos intentando controlar algo que no podemos o no deberíamos intentar controlar. Si nos permitimos que nos moleste algo que no está bajo nuestro control, no podemos estar centrados ni atentos.

Pero la buena noticia es que las perturbaciones en sí mismas son pistas de que estamos intentando controlar algo que no deberíamos. El simple hecho de sentirnos perturbados es una señal de que tenemos un problema que, por lo general, es culpa nuestra. Estas perturbaciones en nuestra psique son como rocas que podemos utilizar para cruzar un río de frustración sin mojarnos. Son peldaños hacia la atención plena. Si algo nos perturba, simplemente tenemos que preguntarnos: ¿es algo que puedo controlar? Si está bajo nuestro control, arréglelo; Si no está bajo tu control, que es lo más frecuente, déjalo ir. Al aprender a dejar ir y dejar estos asuntos en las manos capaces de Dios, podemos aprender a descansar.

No le corresponde a nuestro ego arreglar algo que no está bajo nuestro control. Tomemos el tráfico, por ejemplo. El tráfico ha sido uno de mis mayores desafíos con la atención plena. El único aspecto sobre el que tengo algún control con respecto al tráfico es cómo conduzco mi auto. No tengo control sobre lo que hacen los demás, pero lo que hacen o no hacen a menudo me afecta mucho. De todos modos, la única manera de permanecer consciente en el tráfico es dejar de lado mis juicios sobre lo que los demás hacen o no hacen, o deberían o no deberían hacer, y simplemente conducir de la manera más segura posible; enojarse no soluciona nada. Con solo aceptar el tráfico, tal como es, sin resistencia, puedo ser consciente en el tráfico, en lugar de estar ansioso, nervioso y enojado.

En conclusión
El ego adecuadamente controlado fomenta la atención plena. Las técnicas anteriores están diseñadas para ayudarnos a reconocer los signos de la extralimitación de nuestro ego y ayudarnos a evitar las tormentas psicológicas auto infligidas que esto impone en nuestras vidas. Al buscar nuestra identidad en nuestra conciencia, podemos conectarnos con la realidad mística que hace que nuestra existencia sea única y significativa en primer lugar. Aprender a distinguir entre amenazas físicas inmediatas y amenazas psicológicas exageradas nos enseña a desarmar mejor los miedos innecesarios. Y finalmente, aceptar las cosas que no podemos cambiar, sin resistirnos a ellas, nos permite ser conscientes en circunstancias sobre las que tenemos poco control. Estas técnicas simples, aplicadas de manera constante a lo largo del tiempo, transformarán nuestros egos de amos a sirvientes y abrirán las puertas a una mayor atención personal.



















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